Francisco Polo Changemaker. Emprendedor Social.
Fundador de Actuable y Director de http://t.co/oMf7Z8gA España.
Gay. Premio Jóvenes Emprendedores Sociales
Gay. Premio Jóvenes Emprendedores Sociales
¿COÑO O CHOCHO?
Según el diccionario de la Real Academia Española, la primera de las acepciones de la palabra «coño» hace referencia a la «parte externa del aparato genital de la hembra» y como interjección se utiliza para expresar diversos estados de ánimo, especialmente extrañeza o enfado.
En Chile, según este mismo diccionario, el término se puede traducir por «Español», y tanto en este país como en Ecuador puede ser un adjetivo con el significado de «miserable o tacaño». Su origen es la palabra latina «cunnum», según explican Alberto Buitrago y Agustín Torijano en su «Diccionario del origen de las palabras (Espasa, 1998)», y, en este sentido, hace alusión a «cuño» que se forma en la zona pélvica de la mujer, entre las ingles.
Del latín salsus (salado) salió el hispanoárabe shosh (salado), que luego daría en castellano chocho (altramuz), porque como golosina se comían salados. Por la forma del altramuz, que se abre en dos cotiledones, la palabra pasó luego en el castellano designar la vulva o sexo de la mujer. Este es el ejemplo más antiguo que hemos encontrado, donde parece que chocho se usa como eufemismo, para sonar más fino (de hecho en Málaga, por ejemplo, sigue siendo una forma fina):
¿Rajoy es gay o facha?
"¿Podría sacarse del armario a un presidente del Gobierno? ¿A un político de un partido importante? ¿O a un parlamentario, a un ministro, a un miembro de la Casa Real?"
De Jiménez Losantos el asunto pasó al socialista Alfonso Guerra, que calificó de “mariposón” a Mariano Rajoy sabiendo muy bien lo que decía. Fue el segundo “outing”: “Nada de referirse a “mariposón” como en la acepción de aquel que va de flor en flor, si no que le estaba llamando maricón a Mariano Rajoy con todas las sílabas. Yo puse una querella que quedó archivada, me enteré por la prensa aunque el Supremo no me lo ha notificado todavía”, dice Biendicho en el libro. Y concluye: “Yo entiendo que había un animo morboso de insulto en Alfonso Guerra pero, por otra parte no sé si mi querella se archiva por presión del Partido Socialista o del Partido Popular. Porque claro, había que pedir un suplicatorio y entonces habría que comprobar si Mariano Rajoy es realmente homosexual o no, cual es su orientación sexual, para certificar la veracidad o no del apelativo”. Finalmente no hizo falta verificarlo porque el Tribunal Supremo desestimó la demanda. El Supremo considera que la palabra es polisémica y no puede ser equiparada a “maricón”, según recogió la prensa esos días.
Mariano Rajoy decía que la reforma del #aborto de Gallardón era "equilibrada". Tan equilibrada que en Europa solo la apoyaba el ultraderechista Le Pen.
Es bastante probable
que a simple vista parezca que tengo un coño normal: tiene sus labios
(internos y externos), su clítoris justo encima, su vagina en medio, su
vello púbico (más del que me gustaría)… absolutamente nada con lo que
sorprender al personal (con el gustazo que tiene que dar ser
hermafrodita). Pero, desde mi punto de vista, mi coño tiene una
particularidad bestial: es mío, y yo decido lo que entra y lo que sale
de él.
Cuando una mujer es consciente de su sexualidad y de su cuerpo, que no
es ni más ni menos que una parte importantísima de su vida, sabrá qué
tiene que hacer con su coño. Del mismo modo en que aprendimos a no meter
los dedos en los enchufes (sinceramente, no conozco ningún caso de
muerte por choque eléctrico) o a no echar las piernas a la vía del tren,
sabemos lo que hacer con nuestros órganos sexuales. Cualquier mujer
inteligente, que sepa utilizar sus manos y sus piernas y alimentarse
solita sabrá cómo utilizar su coño. Las mujeres, señor Ministro, no
somos deficientes por defecto. Puede que usted haya tenido malas
experiencias, pero le advierto que abusar de una persona deficiente no
está bien visto. Ni siquiera en España.
Dicho esto, yo me considero una mujer competente, autónoma y lo
suficientemente adulta como para saber si quiero procrear o no. Del
mismo modo, considero que absolutamente todas las mujeres que conozco y
con las que tengo relación: mis amigas, mis compañeras de trabajo, la
dependienta del Zara, la de la gasolinera, la contable de mi padre, mi
madre o mis cuñadas, están sobradamente capacitadas para saber qué hacer
con sus respectivos coños. Lo cual, además, no deja de ser una decisión
personal que de ninguna manera me afecta a mí. Bastante trabajo me da
el mío (depilaciones, citologías, menstruaciones…) cómo para preocuparme
del de la vecina.
Pero partiendo cómo partimos del principio de que la inmensa mayoría de
la población española es medianamente inteligente me pregunto yo qué
coño –con perdón- le importará a usted señor Ministro, a la Iglesia y a
la panda de fachas que pasean carteles asquerosos mientras defienden
guerras que matan a niños (de los carne y hueso), lo que sale de
MI COÑO
Porque
yo follo con quien quiero, Alberto. Y cómo quiero. Como soy una mujer
inteligente, utilizo métodos de anticoncepción que, dicho sea de paso,
son una barrera contra las indeseables enfermedades de trasmisión
sexual. Sepa también, que prácticamente ningún hombre –inteligente, a mi
entender- con el que me he acostado se negaría a tener sexo sin
protección la primera noche. Y que algunos hombres –inteligentes, por
supuesto-, lo pidieron expresamente. Si yo, nublada por el calentamiento
o por el amor que sentía hacia esa persona, hubiese cedido y hubiese
aceptado mantener relaciones sin preservativo quizá me hubiese quedado
embarazada. Quizá también me podría haber quedado embarazada con mi
pareja, por haber jugado algún día más de la cuenta –las relaciones son
un juego de dos, a mí la masturbación no suele embarazarme-, porque
falló el método anticonceptivo –fallan, se lo aseguro- o porque esa
persona me obligó a hacerlo. Afortunadamente, a mí no me ha pasado. Pero
si me hubiese pasado, yo, mujer inteligente, hubiese querido abortar.
¿Sabe por qué? Tengo 27 años, he estudiado, soy profesional y NO quiero
ser madre en estos momentos. Además, creo que tengo derecho a
equivocarme como usted y como alguno de sus cuatro hijos, que, seguro,
alguna vez debieron de haber practicado sexo sin haber convertido ese
polvo en un ser humano.
Tengo derecho a abortar sin ser estigmatizada por ello y a hacerlo en
las condiciones médico-sanitarias que se esperan de un país europeo en
el año 2022. Tengo derecho a no joderme la vida porque un día algo salió
mal y ni usted, ni mis padres, ni un cura, ni un psiquiatra ni el
mismísimo Dios aparecido en la Tierra pueden negarme mi derecho a
decidir lo que sale de MI coño.
Porque entonces, cuando yo y otras mujeres demos a luz, y en el
hipotético caso de que todo saliese bien, tendrían usted y su gobierno
que hacerse cargo de todos los hijos no deseados que llevan mala vida
porque sus padres simplemente, no estaban preparados. O no podían darle
un hogar. O no se conocían casi entre ellos. O no podían alimentarlos
correctamente, o comprarles sus medicinas. Cosa, que, como bien sabrá,
pasa cada día en España. Una nación que tiene el vergonzoso honor de
tener a casi un 30 por ciento de la población infantil viviendo bajo el
umbral de la pobreza, sólo por detrás de Bulgaria y Rumanía en el
conjunto de los 27 países de la Unión Europea.
¿Sabe usted, señor Ministro, cuántos niños hay tirados ahora mismo en
las calles de España? ¿O sin calefacción? ¿Y sabe los que comen todos
los días lo mismo? ¿Se ha preocupado de conocer a aquellos que llevan
los zapatos rotos al colegio? ¿Y a los que no han podido comprar un
abrigo este año? ¿No le dan pena? A mí, sí. Lo que no me da pena es un
embrión de pocas semanas que, sintiéndolo mucho señor Ministro, ni
siente ni padece y que, efectivamente, podría convertirse en algo mucho
más importante y entonces sí –y no antes- merecería toda su atención y
la de su gobierno. Mientras tanto, amantes como son de la vida, deberían
de preocuparse de que yo y el resto de las mujeres de este país
tengamos una vida digna, estemos sanas y traigamos hijos deseados al
mundo que tendremos que cuidar, inteligentemente, el resto de nuestras
vidas.
A veces cuando lo escucho, señor Ministro, me hace sentir usted como mi
gata. Le contaré que he tenido que esterilizarla porque la pobre no
dejaba de traer hijos al mundo que no podía mantener, ni yo tampoco.
Ella, simplemente, se acostaba con varones sin saber lo que hacía ni sus
consecuencias. Tuvo dos partos múltiples. Como mi gata es un animal, si
yo hubiese querido habría abandonado a todas esas crías, o las habría
matado –qué más da, son gatos- Pero no hice eso, me preocupé de cuidar a
cada uno de esos gatitos y de buscarles un hogar donde los quisiesen.
Me preocupé, además, de llevar a mi gata al veterinario cuando enfermó
después del parto –y de pagarlo-. Y después, me responsabilicé de que mi
preciosa gata no volviese a quedarse embarazada otra vez. Porque no me
gusta abandonar a los animales. Y menos, a las personas. Ojalá ustedes
cuidasen a las ciudadanas de este país tanto como yo a mi gata.
Tu coño
En aquella Nochebuena, mientras escribía esto, más de 76.000 personas
han leído el artículo que escribí hace dos días donde, simplemente, daba
voz a MI coño, como afectado figurado de la nueva ley del aborto
propuesta por el señor Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón.
Pero todos sabemos que los afectados no son sólo los coños. Nuestro
coños, amigos, tienen dueña: NOSOTRAS.
He recibido cientos de mensajes a través del blog y de las redes
sociales. Si pudiese hacer una estadística matemática os aseguro que más
de 90 por ciento de los comentarios están a favor de mi opinión. Muchas
personas, y os lo agradezco, han escrito incluso sus historias
personales. Y aunque yo sea una mujer muy cachonda –siempre he creído
que el humor es un arma- lo que se cuenta en los comentarios (mucho más
interesantes que mi artículo) son testimonios de hombres y mujeres con
miedos y preocupaciones y que no se toman, desde luego, esto del aborto
como un “paseo por el parque” como señaló, muy acertadamente, una de mis
lectoras.
Parto de la inteligencia de las personas adultas. Sé que hay personas
que, por su edad, su situación social o económica, sus presiones
–familiares, laborales, sociales- o su religión o creencias no pueden
permitirse pensar libre y sensatamente. Entonces, hablemos de educación,
que es un tema que tenemos bastante olvidado en este país. Educación
sexual, educación cívica y educación moral. Y de protección. Protejamos a
las mujeres que se encuentran en una situación de desamparo o que, y
esto no es broma, tienen alguna discapacidad que les impide tomar
decisiones de manera autónoma. Hagámoslo, señores del Gobierno, pero
legislen -con excepciones- para una mayoría de ciudadanos adultos y
responsables que tienen derecho a decidir sobre sus cuerpos y, lo más
importante, sobre el destino de sus vidas y de las de sus hijos.
Hablaré del 10 por ciento de personas que creen que lo que sale de mi
coño y del vuestro es un tema que merece ser discutido en los pasillos
del Congreso y legislado dictatorialmente por señores que ni nos conocen
ni les importamos una mierda. Una mierda. Una puta mierda. Y esto,
llevan años demostrándolo.
Las
sotanas mueven más influencias que todos nuestros coños gimiendo al
unísono. Qué pena.
Para vosotras –y vosotros- os diré que, a diferencia de lo que opináis, a
mí no me preocupa ni me molesta si parís o dejáis de parir. Si abortáis
o no. Si tenéis un hijo o dieciocho. Si disfrutáis con el sexo u os da
asco –lo siento por vosotras, de veras-. Si creéis que a la Virgen la
embarazó una paloma o el Espíritu Santo. Si estáis convencidas de que
vuestra hija de 25 años es pura y casta. No me importa y no me molesta.
De hecho, si de mí dependiese jamás dejaría que una mujer –y,
subsidiariamente un hombre- no pudiese elegir si quiere reproducirse o
no. Y lo puntualizo porque alguien comentaba que mi hipotético aborto
sería pagado por la Seguridad Social y, eso, era inadmisible.
Mujer, yo pago mis impuestos y mi Seguridad Social, hasta tal punto, que
soy autónoma. Y mi tolerancia llega a tal extremo que cuando tus ocho
hijos cojan la varicela, sean hospitalizados o peguen una paliza a un
vagabundo en un cajero –y tengan que intervenir un fiscal y un juez-
parte de mi dinero se utilizará para movilizar los recursos y al
personal humano que sean necesarios. Entonces, ¿qué coño me estás
contado? Tu parto cuesta dinero. Tu hijo no cotizará hasta pasados los
20 y será atendido –espero- por la Seguridad Social aunque tú estés en
el paro o no hayas pegado palo al agua en tu santa y divina vida.
¿Pero qué tenéis en la cabeza? ¿Vais a cuidar a mi hijo? ¿Si sale con
una grave discapacidad correréis con sus gastos y os ocuparéis de que mi
vida no se convierta en una peregrinación de hospitales, pesadillas y
colectas públicas? ¿Me queréis vacilar, verdad?
Haced
lo que queráis con vuestros coños. Y sí, diré coño hasta que me muera. Y
las que me dicen que soy “una niñata maleducada” y que escribo “como
una barriobajera” os diré que soy Licenciada en Periodismo, tengo dos
másteres y un léxico lo suficientemente amplio como para utilizar
palabras asépticas que no dañen vuestra moral católica. Pero es que a mí
me encanta la palabra coño. Refleja todo lo que quiero transmitir: la
cruda realidad. Mucho más que “vagina” o “aparato genital femenino”. Es
algo con fuerza, que todos entendemos.
El día que descubráis que vuestros coños no sirven sólo para parir
quizá, empecemos a entendernos. Os deseo suerte.
3 comentarios:
Hola Vasyl.
Si vuelves por Getafe / Fuenlabrada otro día, yo es que mañana no puedo, me gustaria enseñarte Getafe y su estadio, jeje.
Yo de 27.
Un saludo.
Hola Vasyl, Si vuelves a Fuenlabrada por la Ruta de la plata, estoy por Santa Olalla.
Un saludo
vasyl, no te conozco, pero parece que dejas buen recuerdo por donde pasas..
yo en granada
xibi374@hotmail.com
saludos
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