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15/3/24

Sant Just Desvern 💬 #windtalkers

En los setenta, ¡el Walden era una fiesta!
En este proyecto se ha tenido especialmente en cuenta el entorno físico en donde se ubica, de características suburbanas e industriales, y también el tipo de destinatarios de las viviendas que corresponden a una clase media baja.
La Gauche Divine («izquierda divina» en francés) fue un movimiento de intelectuales, profesionales y artistas de izquierda que surgió en Barcelona durante los años sesenta y comienzos de los setenta, mezclados con miembros de la burguesía catalana y que se encontraban en la discoteca "Bocaccio" de Barcelona, en un ambiente liberal y de modernidad, como en los alrededores de la Calle Tuset, denominada entonces "Tuset Street".1​ De su aureola artística surgió la revista Bocaccio, el sello discográfico Bocaccio Records o la productora Bocaccio Films. Algunos de sus miembros estuvieron ligados al movimiento cinematográfico denominado Escuela de Barcelona.
El escritor y periodista Joan de Sagarra fue quien bautizó al grupo con el nombre de Gauche Divine en las páginas del periódico Tele/eXprés en octubre de 1969 a raíz de la fiesta de presentación de Tusquets Editores en la sala Gran Price.
El 16 de octubre de 1972 el Ayuntamiento de Sant Just Desvern concede la licencia de obras del edificio Walden-7, la remodelación de una antigua fábrica de cementos (Sansón): las ideas del ‘racionalismo’ aplicadas con una perspectiva social, incluso comunal. El bufete de arquitectos Bofill bautiza la obra como un “edificio distópico”. Eran los años posteriores al ‘Mayo del 68’; Ricardo Bofill vivió la efeméride en París. Para cumplir con el objetivo de ser un hervidero cultural, Bofill y los suyos seleccionan prácticamente a dedo a parte de la gente que adquiere las viviendas… 
Conciertos, sesiones de lectura, talleres… el día a día del edificio mientras estuvo ocupado por la ‘gauche divine’ era “frenético” —reconocen sus protagonistas en retratos como el que el programa de TV3 ’30 minuts’ les dedicó en 1997.
Con el paso de los años los propietarios ‘históricos’ han ido marchándose, y el Walden ha desclasado su comunidad: el ‘pueblo’ ha entrado en el inmueble. Y con él, la realidad de cualquier escalera de vecinos en una urbe: vida de puertas hacia adentro, implicación paupérrima en los problemas comunitarios, junta de vecinos con poca participación.
Cuarenta años después, el edificio se enfrenta a intrincadas dificultades estructurales: arquitectónicas —el coloso envejece— y de funcionamiento, el Walden ya no es una fiesta. Cabe preguntarse, ¿qué queda de la utopía?
Walden 7 representa algo a partir de lo cual se empiezan a fundir toda una serie de ambiciones: la ciudad en el espacio, la arquitectura de consumo, la vida aparentemente desconvencionalizada de la "gauche divine", el espacio superponible y vendible, el hormiguero organizado y un etc., interminable de un sinfín de principios elitistas muy en boga en nuestros días.
FUENTE DE INSPIRACIÓN
De esta forma se crea un conjunto en forma de laberinto, con tres bloques alrededor de un gran patio común. Al final por motivos económicos terminó solo construido y habitado un único bloque. El espacio comunitario también se redujo para así aumentar el número de viviendas. Al lado aún se conserva los restos de la antigua fábrica de cemento donde Bofill creó su propio estudio. También se conserva la antigua chimenea de la fábrica —en su momento la más alta de Europa— como un restaurante.
Aquí también... en el Mercat Municipal Sant Just Desvern.
¿Sant Vicenç dels Horts ---Y EN PLA, TAMBIÉN?
Los amigos que son para siempre, tendrán mis mejores deseos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

quedamos en la calle El Pla con C/ Ramón y Cajal?

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