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15/3/19

Un ciclista y unas ruinas para follar

¿Alguien por la desembocadura del Río Vélez?

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Si hubiera que escribir un libro de texto sobre sexo, en el que las materias y su orden fueran asignadas con criterios didácticos, por sexólogos, seguramente se empezaría por la masturbación, con el fin de conocer bien el propio cuerpo y la respuesta sexual. Una vez dominado este campo, el siguiente nivel sería el sexo manual con otro, para explorar a fondo el nuevo terreno a pisar, sus gustos y preferencias; para luego seguir con otras lecciones más avanzadas: penetración, sexo oral, anal, etc. Inconscientemente, la mayoría ha seguido este orden en su vida erótica –pajas, magreos y coitos-–. Los hombres desde luego, y cada vez más mujeres de las nuevas generaciones porque nuestras madres y abuelas lo más seguro es que invirtieran completamente el orden. Es muy posible que muchas, por falta de interés, tiempo o por creencias e ideologías, se saltaran la última lección, que en realidad era la más importante de todas.
Como en cualquier buen aprendizaje, los conocimientos básicos no se olvidan, sino que se incorporan en los posteriores, aunque no estoy segura de que en materia de sexo se siga esta regla. Por supuesto que casi todos aceptamos ya la practica masturbatoria como sana, adecuada y muy instructiva, excepto las diversas religiones y sus practicantes más integristas, que todavía debaten si su particular dios la aprueba y bajo que circunstancias. Tecleen en Google “masturbación en la pareja” en inglés, y obtendrán un completo tratado de teología. Pero cuando preguntamos si el autoerotismo nos sigue pareciendo adecuado, una vez conocida ya la media naranja, la cosa cambia. Una amiga mía, nada sospechosa de pertenecer a la fracción más extremista de ninguna religión, dejó a su novio cuando un día llegó a casa y lo vio masturbándose frente a la pantalla del ordenador, que proyectaba un vídeo porno.
Si les parece que mi amiga es una estrecha, hagan un sondeo entre los sexólogos y les dirán como una pregunta, bastante usual en consulta, es la de saber si es normal que a la pareja, además de tener relaciones, le guste también masturbarse a solas. Oír el ruidito del vibrador después de que la mujer ha anunciado que se va a la cama temprano porque está destrozada, puede ser a veces malinterpretado por el ego masculino. En American Beauty (1999), Kevin Spacey nos recordó que esa actitud tan propia de la adolescencia o de periodos de soledad, la de procurarse el propio placer, vuelve cuando la pareja ha dejado de interesarse en procurarlo juntos. La masturbación siempre ha estado impregnada de tintes egoístas. Dentro de la pareja, éstos adquieren una mayor negrura, como si hubiera un cupo de actividad sexual que debiera dedicarse, exclusivamente, para disfrute de ambos. Durante el estreno de 50 Sombras de Grey una mujer de 33 años en Sinaloa, México, sentada en las primeras filas, empezó a masturbarse. Acabó esposada, pero no por Christian, sino por la policía local. La noticia tenía un cierto tufo a recochineo, muy diferente de si se hubiera encontrado a una pareja practicando el sexo, en vez de seguir interesados en el aséptico planteamiento y los diálogos, propios de whatsapp, de la cinta.
“No confío en nadie que no se masturbe. Si no puedes llegar a buen término con tus zonas privadas, no va a ser muy divertido cuando tengas que hacerlo con las de otro”, decía Ryan O’Connell en un artículo titulado Ten reasons why masturbating can be better tan sex, de la revista thoughtcatalog.com. Yo ampliaría un poco más el grupo de personas no fiables e incluiría a aquellas incapaces del disfrute solitario de algo. Los que no preparan comidas especiales para ellos solos, los que no viajan si no van con alguien, los que no pueden ir al cine sin compañía… Su amabilidad y solidaridad es tal, que solo reservan los buenos momentos para compartirlos, sin saber que la caridad, el placer y la vida empiezan por uno mismo, y solo estando a bien con nuestra primera persona podremos estarlo con las demás. En el sexo esto es una máxima indiscutible. Betty Dodson, la abuela de la masturbación, no se ha cansado de repetirlo desde los años 70 hasta hoy, donde sigue enseñando al género femenino a ser autosuficiente en materia sexual, en su consulta de Nueva York. Según cuenta Dodson a S Moda, “el segundo problema más importante para las mujeres a la hora de disfrutar plenamente del sexo –a parte de la iglesia católica, que todavía prohíbe la masturbación y los anticonceptivos–, es la falta de información y una educación sexual que incluya el placer de la mujer y no solo la procreación. Si ella no entiende el papel de su vulva y clítoris a la hora de alcanzar el orgasmo, será siempre una víctima que el hombre pueda usar para su propio placer”.
Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona y directora del Instituto Iberoamericano de Sexología, cree que este aprendizaje, como todo en la vida, es constante y no debería parar nunca. “Yo espero que dentro de unos años, las consultas por anorgasmia se reduzcan mucho porque las practicas masturbatorias empiezan a ser comunes entre las mujeres, que saben que conocer su cuerpo y su respuesta sexual es algo fundamental para disfrutar del sexo. Pero esto no debería reducirse solo a la etapa más joven, de descubrimiento de la sexualidad, sino a toda la vida. La respuesta a los diferentes estímulos va cambiando con los años, la situación personal, la experiencia. Todo eso tienen también su reflejo en nuestra sexualidad, y es importante que lo vayamos descubriendo. Antes se pensaba que el instinto sexual se encargaba de enseñarnos o guiarnos, pero no es verdad. Se necesita aprender, la sexualidad es un camino y un aprendizaje continuo”.
Por establecer una comparación entre comida y sexo, todos estaríamos de acuerdo en afirmar que nuestros gustos culinarios cambian con el tiempo, pasan por fases, conocemos nuevos platos y sabores de otras culturas. Primero intentamos hacer las recetas nosotros mismos, para saber si están bien hechas y si podemos invitar a alguien a que las pruebe, sin caer en el riesgo de perder una amistad o acabar llamando a Telepizza. A veces, también nos gusta comer algo especial a solas, puede que un helado en una bochornosa tarde de verano, sin compartirlo con nadie. El sabor, no es el mismo. Como tampoco lo son las sensaciones que se experimentan con la masturbación o el sexo compartido. El selfservice puede tener para algunos una nota de soledad, pero también se libera de esa parte de reto, de esperar algo de alguien, de tener que estar a la altura, de gustar, de quedar bien, que nunca falta cuando dos, o más, deciden meterse en una cama. Un artículo de The Cut sobre el tema que nos ocupa, incluía una cita de una periodista francesa, “aunque tuviera todos los hombres del mundo en mi cama, incluso Ryan Gosling, seguiría masturbándome con juguetes eróticos”, me confesó recientemente la columnista francesa de sexo Maïa Mazaurette, “no quiero volver a un mundo sin plástico”.
Otra de las ventajas del autoabastecimiento en materia sexual es el hecho de que nos mantiene satisfechos y en plena forma durante los altibajos de deseo que ocurren en la convivencia. Según Francisca Molero, “uno de los mayores problemas de las parejas son los desajustes de frecuencia, es decir, que los dos miembros no tienen ganas al mismo tiempo, lo que puede generar grandes conflictos, tanto por defecto, como por exceso. La masturbación es un buen remedio a este problema, pero en consulta vemos que todavía no está aceptada al cien por cien dentro de la pareja. Aún resulta incómoda para muchos, y el que la practica suele hacerlo a escondidas para que el otro no lo vea. Incluso muchos la perciben aún como una cierta forma de infidelidad”. ¿No creen que es preferible convertirse en infiel, que en una copia de Mildred, la avinagrada señora Roper –aunque con razón, ya que el bache que cruzaba su marido era eterno–, que buscaba venganza durante el día por todo lo que su consorte no le había hecho durante la noche?
Aunque si lo pensamos detenidamente, la mayoría de las mujeres seguimos masturbándonos incluso cuando mantenemos relaciones con otro/a. ¿Qué es sino estimular el clítoris durante el coito, para así poder llegar al orgasmo más fácilmente? Según Ian Kerner, autor del libro She Comes First, el 80% de las mujeres no pueden alcanzar el clímax solo con la penetración. A los hombres también les gusta realizar estas prácticas, pero no siempre están tan bien aceptadas. En palabras de Molero, “el hombre también necesita estimularse, incluso durante el acto sexual, pero todavía se piensa que el deseo masculino es como un resorte. Tocarse los testículos y la zona del perineo puede ser muy satisfactorio para el hombre y ayudarle en problemas de eyaculación retardada, una patología que va en aumento. Pero así como ya todos admiten que ella manipule su clítoris durante el acto sexual, hay muchas mujeres que no ven bien que el hombre haga lo mismo, ya que pueden interpretarlo como que ellas no le excitan lo suficiente. Son mitos que todavía quedan por destruir”, comenta esta sexóloga.
No hagamos con la masturbación como muchos hacen con los amigos del instituto, se olvidan de ellos cuando encuentran pareja, para luego volverlos a llamar cuando llega el divorcio y los solitarios fines de semana. Como cuenta Valérie Tasso en Antimanual de sexo (Temas de hoy), “dos son los grandes errores malintencionados que circundan al hecho masturbatorio: el habernos engañado con que es un acto exclusivamente solitario, y el creernos que es una practica sustitutoria de otras eróticas (como la algarroba del chocolate)”.
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Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida. 
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Playa El Saler...
- En la playa entre el "lago artificial" y la "Casal d'esplai". Esta playa se sitía al sur de la playa de Pinedo, y al norte de la playa de la Devesa, al oeste está delimitada por la marjal y la albufera, ya que se encuentra dentro de los límites del parque Natural de la Albufera.
Playa Pinedo - Muy cerca del centro.

Enfrente de la Casa Negra. Playa de arena fina dorada y dunas, aguas tranquilas y oleaje moderado, ocupación media, delimitada hacia el interior de arrozales, al norte delimita con la nueva desembocadura del río Turia y se encuentra la localidad de Pinedo, actualmente pedanía de Valencia. Cuenta con un paseo. A lo largo de sus tres kilómetros se encuentran chiringuitos, bares y restaurantes, el agua es apta para el baño y está acondicionada con duchas. Existe una zona libre, que va desde la famosa "Casa Negra" hasta la antigua fabrica de Plexi, que está habilitada para el nudismo. Al sur delimita con la playa del Saler y entra dentro del espacio protegido del Parque Natural de la Albufera.





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La nave, de 16.000 metros cuadrados, está abocada a la demolición, pero mientras tanto bloquea la recuperación del litoral.
Un agente de la Guardia Civil le pide la documentación a un hombre en el interior de la antigua fábrica de plásticos Plexi, en El Saler. La nave, una mole abandonada de 16.000 metros cuadrados a escasos 50 metros de la orilla del mar, se ha convertido en un enorme prostíbulo para homosexuales.
El paseo que discurre paralelo a la playa de Pinedo, iniciativa que descongestionó de bañistas la playa de El Salerlos días festivos, acaba en los muros de Plexi, por cuyas tripas deambulan ahora decenas de chaperos a cualquier hora del día. "Solemos patrullar por aquí para controlar que el tema no se desmadre", afirma un guardia civil.
"[Plexi] es ahora una cloaca", asegura Pere Pau Carrillo, portavoz de la Asociación de Vecinos de El Saler; "ahí se juntan chaperos y drogadictos. Es un lugar insalubre y peligroso".
El solar fue adquirido por una cifra millonaria por la inmobiliaria Llanera, que proyectaba construir un hotel. Sin embargo, los terrenos están fuera de ordenación tras el último deslinde de la Ley de Costas. El destino de la nave pasa inexorablemente por su demolición.
El Ministerio de Medio Ambiente inició el año pasado el procedimiento de expropiación, que está atascado. Fuentes del ministerio indicaron ayer a este diario que el proceso "va para largo": abocado a que se resuelva en los tribunales: el expediente de expropiación fue recurrido por el Grupo Llanera, que quiere recuperar la inversión realizada en su día, mucho mayor que los 1,7 millones de euros que fijó Medio Ambiente.
Mientras tanto, las puertas de la nave permanecen abiertas. Ni el Grupo Llanera, propietario del solar, ni el Ayuntamiento de Valencia han tomado medidas para evitar el acceso de personas. Los chatarreros han arramblado con todo aquello que les interesaba. Boquetes sin trampas se abren en el suelo. Amasijos de hierros cuelgan de las paredes. Hay cristales por toda la nave...
Por la misma puerta de la nave de Plexi discurre el carril bici que une Valencia y El Saler. "Pero muchos ciclistas evitamos pasar por ahí", cuenta Pere Pau Carrillo. "Es una lástima que se haya urbanizado todo el paseo y que esto, en medio del parque natural, esté aún así".
Llanera adquirió los terrenos de Plexi a través de una de sus empresas, Descans Les Marines SL. Fue una de las compras de solares que hizo la inmobiliaria valenciana, que confiaba en su reclasificación en urbanizable para levantar un hotel a pie de playa. Pero el tiro le salió por la culata.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

que días estas y a que horas?

Unknown dijo...

Algún comionero con ganas de paja?

Unknown dijo...

Carretera Alicante Madrid , Monforte del Cid, yo activo

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