LAS GADEIRAS DE TARTESSOS ERA ESPAÑA
Las ""Gadeiras" (gr: Γάδειρας) es el nombre griego del archipiélago de islas existente en lo que actualmente es la bahía de Cádiz.1 Entre ellas podemos destacar las islas de Eritea y Cotinusa, de cuya unión se formó la actual isla de Cádiz y la de León —donde se ubica la ciudad de San Fernando—, hoy día separada de la península ibérica por un caño mareal. El caño mareal es el de Sancti Petri, en alusión a la isla de Sancti Petri, lo que queda de la antigua isla de San Pedro (Kotinoussa en griego, por los acebuches) y la isla de León (Cimbis en griego).
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Numerosos pueblos del mundo poseen algún símbolo que, de manera consciente o inconscientemente, los identifica o los hacen sentir identificados ante el resto. Aquellos pueblos con fuerte tradición histórica, o con antigua personalidad son los que más ostensible hacen su simbología. Ejemplo obvio es el de los judíos y su estrella de seis puntas, archiconocido símbolo también llamado «estrella de David».
En el caso de Andalucía, la estrella de ocho puntas, estrella tartésica, o estrella mudéjar, es un símbolo que ha existido a lo largo de toda su historia. Hasta la actualidad.
Actualmente puede observarse en la decoración exterior e interior de gran cantidad de edificios andaluces. Este ancestral símbolo se obtiene geométricamente superponiendo dos cuadrados concéntricos, girándose 45 grados exactos uno de ellos. Se trata de un adorno tan difundido y tan originario de Andalucía, que en realidad pasa desapercibido para mucha gente.
El origen de la estrella de ocho puntas está en la mitología y la religiosidad tartésica adoradora del sol. Es el astro rey un símbolo definitorio de la Andalucía más antigua. Desde los remotos tiempos del neolítico los andaluces adoraban al sol y lo representaban con ocho rayos. Los andaluces turdetanos representaban esta estrella en sus monedas como un claro símbolo político, en una época de plena independencia andaluza.
Villanueva de La Serena - Lisboa
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Santi Senso es uno de los creadores más reveladores de la cultura en España y Latinoamérica. “Un fórceps emocional”, así definen el comportamiento de Senso durante sus llamados “ACTOS INTIMOS”. Siempre invitándonos a VIVIR una experiencia única, brutal, necesaria, para sentirNOS VIVOS, VIVAS en ese acto de generosidad con, para y desde el AMOR. Un Ser imprescindible en el teatro, el cine, la pintura, la fotografía, la danza, la literatura u otros lenguajes que necesitan de la Vulnerabilidad de sus actos para comunicarSE con honestidad.
Lisboa acogió a Santi Senso, con mas de 20 años habitando espacios no convencionales con sus llamados actos íntimos, representó en Lisboa "Yo Indígena, la conquista de uno mismo". Casas particulares, habitaciones de hoteles, trasteros, barcos, iglesias, naves industriales, embarcaderos, molinos, cuevas, galerías de arte, salas e incluso teatros han sido habitados por el lenguaje que Santi Senso propone. En esta ocasión Senso compartirá el acto íntimo "Yo Indígena, la conquista de uno mismo" que estrenó el pasado mes de junio en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres en el Lx Factory de Lisboa, un complejo de antiguas fábricas ahora destinadas a la cultura, moda, tiendas de diseño, restaurantes, etc (www.lxfactory.com) Santi Senso interpreta a un antepasado suyo Hernán Cortés. Con esta obra quiere hermanar a dos tierras, dos pueblos, dos culturas, dos religiones, el folclore extremeño con los bailes indígenas de México. Unir una única raza la mestiza, la Humana.
Todos los fines de
semana ella cogía su bicicleta y se iba a dar un paseo hasta el parque que unía
los cuatro pueblos, eran unos cuantos kilómetros que le servían para quemar
esas calorías no consumidas durante la semana y para calmar esa frustración
sexual que se incrementaba día a día, su novio últimamente ni siquiera se
molestaba en complacerla...
Siempre era monótono: quedaban en su casa, se daban
un beso insulso de bienvenida, él se duchaba porque llegaba de correr, ella
esperaba desnuda en la habitación, él la llamaba, ella le hacia una buena
mamada, luego pasaban al dormitorio, follaban un ratillo y él insistía en
correrse en su boca, ella no llegaba a alcanzar su orgasmo, pero a él le daba
igual, se metía en la cama, se daba media vuelta y se dormía, vale que era muy
guapo y que hacían buena pareja pero estaba demasiado harta del egoísmo que
demostraba.
Para ir al parque debía
atravesar un pequeño polígono industrial construido prácticamente para los
almacenes centrales de una multinacional, los fines de semana no había
actividad pero estaba repleto de camioneros de todas las nacionalidades que
esperaban a que fuera lunes para realizar la carga de su camión. Cada vez que
pasaba por la zona veía a los camioneros
reunidos en las aceras charlando, jugando a las cartas, o comiendo todos juntos
como si fuera un pequeño camping, cogiéndola contra su voluntad, la metían en la parte trasera de un camión y
se la follaban entre todos; cuando
pasaba por al lado de los camioneros la saludaban y ella inclinaba la cabeza
devolviendo el saludo y aceleraba el
ritmo de su bicicleta, ya que se sentía tan acalorada con sus bragas húmedas,
sus pezones duros, que se marcaban en el maillot ajustado que solía usar y que
no quería que ellos notasen , porque una cosa era su imaginación calenturienta
y otra que se hiciese realidad.
Ese día estaba muy
cabreada y frustrada, iba a dejarle, la última vez había sido la gota que acabo
por desbordar el vaso, había quedado con su novio, le pidió que le hiciera sexo
oral, se corrió, y no la toco ni la beso después, se dio media vuelta y la dejo
ahí, con toda su leche en la boca diciéndole os gusta a todas. Cuando pasó por
el polígono, los camioneros la saludaron, pero ella solo pedaleaba con fuerza
para quemar toda esa energía no consumida, solo pensaba en esas estúpidas palabras, cuando volviera a
casa estaría tan cansada que las ganas de gritarle se le habrían pasado, se
daría una ducha, le llamaría y le mandaría tranquilamente a paseo; iba tan
abstraída en sus pensamientos que no se dio cuenta y se salió de los caminos
del parque, cruzo campo a través con tan mala suerte que se resbaló y cayó de
la bicicleta. Se incorporó con unos cuantos rasguños y dolida en su orgullo,
levanto la bicicleta y se dio cuenta que la rueda trasera se había pinchado, de
ahí la caída; no le quedaba otra alternativa que volver andando y llevando la
bici.
Se le estaba haciendo
bastante tarde, pero con las prisas que había salido olvidó coger su pequeña
mochila en la que estaba el móvil y algo de dinero por si tenía una emergencia,
otra cosa por la que culparle, pero no era culpa de él era suya por permitir
que la hubiera tratado así y no haberle gritado -desahogándose- que él ni
siquiera sabía follar como para saber lo que le gustaba a todas. Cuando llego
al polígono ya era prácticamente de noche, las farolas iluminaban las calles
desiertas, ni siquiera estaban los camioneros que seguramente habrían acudido a
entretenerse un rato en la ciudad; caminaba despacio, cojeando un poco, aún le
quedaba por lo menos una hora hasta llegar a casa.
Escuchó una voz
masculina con un pequeño acento extranjero, se volvió, era uno de los
camioneros.
-Me he caído, se me ha
pinchado la bici así que me tengo que volver andando a casa…
-Si quieres metemos la
bici en el camión y te acerco a tu casa.
-Gracias, pero no creo
que sea correcto aceptar la ayuda de un extraño.
-No soy un extraño,
todos los fines de semana pasas por aquí y nos saludamos.
Le dedicó una de sus
bonitas sonrisas.
-Sí nos saludamos, pero
eso solo indica que somos educados, aunque no conocidos, ni siquiera sabes mi
nombre ni yo el tuyo…
-Me llamo Arman.
-Yo Carolina.
-¿Estás tú solo? ¿Y el
resto de los camioneros?
-Han ido a cenar y
divertirse a la ciudad, yo no tengo mucho dinero así que decidí quedarme
leyendo un libro. Pero me alegro de haberme quedado, así he podido conocerte.
-Gracias, estás siendo
muy amable.
-¿Me dejas que te ayude a curarte las heridas? aquí al
lado hay una pequeña fuente, acércate a ella mientras voy a por el botiquín del camión.
-Vale, creo que sí,
además me vendrá bien descansar un poquillo.
Se acercó a la fuente,
dejo la bici al lado de un banco, él llego con un botiquín y una toalla que le
pasó, le dio las gracias y comenzaron a charlar mientras ella mojaba la toalla
en el agua y la pasaba por las heridas de la pierna, los brazos y las manos,
ella se fijó como él la observaba, le empezó a dar morbo, posó la vista en su
entrepierna que parecía un poco abultada, él abrió el botiquín y sacó el
desinfectante, ella se sentó en el banco, él se arrodillo y se lo pasó por los
rasguños de la pierna, ella se contrajo, él comenzó a soplar para aliviarle el
escozor.
-¿Tienes frío? En este tiempo, cuando se oculta el sol baja
la temperatura.
-Un poco la verdad, aquí
parada sin hacer ejercicio se nota.
Tenía los pezones duros
y la piel de gallina pero no quería admitir que era por el deseo que estaba
creciendo dentro de ella.
-Si quieres te acerco en
el camión, estamos lejos de la ciudad y no sería aconsejable que caminaras sola
por estas calles, quien sabe con quién te podrías encontrar.
Le pareció gracioso,
porque con lo necesitada que estaba no sabría quien estaría en peligro, si ella
o él, porque lo único en lo que pensaba era en follárselo.
Fueron caminando hacia
el camión, él le llevaba la bicicleta, la dejo en la parte de atrás del camión,
como la cabina estaba muy alta, la ayudó a subir y al hacerlo le acarició
disimuladamente el culo, ella se mordió el labio inferior, se sentó en el lado
del copiloto, comenzó a inspeccionar toda la cabina mientras él entraba por el
lado del conductor.
-Está un poco
desordenada –comentó él-.
-No me he dado cuenta,
lo que pasa es que siempre he sentido curiosidad por saber cómo sería por
dentro, cuando paso siempre tenéis las
cortinas echadas.
No es gran cosa pero te la enseño, las cortinas son para
darnos un poco de intimidad, el asiento en el que estás tú se dobla y se hace
mesa para comer, se puede inclinar para dar más espacio al pequeño dormitorio
que hay detrás, este es espacioso y está pensado para dos personas.
Al contemplar el pequeño
dormitorio se estremeció pensando en los dos follando, tenía que serenarse y
pensar en otra cosa, se volvió hacia él y vio como intentaba esconder una
revista de esas de tías desnudas posando de forma “erótica”, cuando él notó que
ella se había dado cuenta se ruborizó.
-No te preocupes, no me
asusta, entiendo perfectamente que un hombre que pasa tanto tiempo solo tiene
necesidades…
-No quería que pensases
que era un salido…
-Te diría que en este
caso la salida soy yo…
Se dio cuenta en el acto
de que había expresado sus pensamientos en alto, se puso colorada como un
tomate y se agarró las manos, mientras él se reía y le decía:
-No creo que una chica
tan guapa, no tenga a nadie que cubra sus necesidades…
Sin poder contenerse le
contó su triste vida sexual…
- Tu novio es un
gilipollas, en lo único que estoy pensando desde hace un rato es en poner mis
manos sobre tu cuerpo, llenarte de caricias, probar esos pezones tan ricos que
se te marcan y follarte toda la noche…
Ella se lo quedó
mirando, sus ojos estaban totalmente dilatados y la miraban de una forma muy
pasional.
-Si piensas eso, hazlo,
porque yo tampoco pienso en otra cosa…
Se inclinó sobre ella,
la beso de una forma posesiva, ella respondió al beso, entrelazaban las
lenguas, se saboreaban el uno al otro, él empezó acariciarle la espalda, los
muslos, le ayudo a quitarse el maillot, sólo llevaba un sujetador deportivo, le
beso el cuello, bajó hacia sus pezones, los lamió y chupó por encima del
sujetador, ella no paraba de gemir, le acariciaba su espalda, su cabeza, se
desprendió del sujetador, el contacto directo de la boca en sus pechos la hacía
estremecerse de placer, hasta ahora no había sentido nunca ese placer en sus
pechos, hábilmente él pasaba sus manos por el culote de ciclista, estaba tan
mojada que sus fluidos habían traspasado más allá de las braguitas, ella empezó
a quitarle la camiseta, tenía la necesidad de sentir su piel, le acariciaba su
pecho lleno de pelo, le encantó enredar sus dedos en el pelo y ver como él
también se estremecía.
Le quitó el culote
y pasó su mano por debajo de las
braguitas, ella le acariciaba su polla por encima del pantalón vaquero, la
sintió dura y grande, su boca se hizo agua solo de pensar en cómo sería, él
termino de quitarle las braguitas; ahora sus dedos acariciaban el clítoris
mientras con la boca le devoraba los pechos, la inclino sobre el asiento, metió
su cabeza entre sus piernas y comenzó a lamerle el coño, ella gemía de placer,
sus manos se aferraban a la cabeza de él, le agarraban del pelo, él levanto su
mirada y la poso sobre la de ella, veía la cara de deseo en ella, y como le
urgía a continuar, le dio un suave mordisco en el clítoris, con la lengua le
penetraba la vagina como si fuera una pequeña polla, estaba fuera de sí, tan
excitada que de su coño no paraban de manar fluidos que él se encargaba de
absorber, agarró fuertemente su cabeza, le tiro un poco del pelo y se empezó a
contraer en un fuerte orgasmo.
Quedó quieta en el
asiento completamente laxa, él le daba besos y pequeños lametones recorriendo
todo su cuerpo, ella volvía a sentir placer, se incorporó un poco para
acariciarle el pecho y la espalda, bajó sus manos hasta el pantalón mientras se
fundían en otro gran beso, las metió dentro y acaricio su culo por debajo del
bóxer, él se incorporó un poco, desabrocho el pantalón y se quitó el bóxer, al
hacerlo emergió su gran polla erecta, no solo era grande sino también ancha, le
dio un poco de “miedo” el tamaño, él le susurró al oído, “no te preocupes, te
entrara toda y disfrutaras como nunca”, al escucharlo volvió a estremecerse de
placer, con sus manos empezó acariciar la gran polla, sus testículos hinchados
y llenos de semen, no pudo resistirse se inclinó hacia él y se la metió en la
boca, chupo su glande del que salían gotitas preseminales, su sabor le pareció
exquisito, comenzó a lamer todo el tronco, llegando a los testículos, los
acaricio con la lengua, se los metió en la boca, los paladeo, él suspiraba de
placer, volvió a ascender por el tronco, se metió el glande en la boca, intentó
meterse el resto pero era demasiado grande, se limitó a jugar con ella dentro
de su boca, él la aparto un momento y le dijo que parara, que no quería
correrse aún.
Volvió a inclinarse
sobre ella, la cubrió de besos y pequeños lametones, volvió a dedicarse con
calma y placer a sus pechos, los paladeaba como si fuera un niño de teta,
mientras con sus dedos acariciaba el clítoris y penetraba en su vagina,
excitándola, haciendo que su coño se volviera a inundar de fluidos,
dilatándola. Ella acompañaba los dedos de él con suaves movimientos, le rogó
que la follara, pero él se hacía desear, ella necesitaba sentirle dentro, que
la follara, estaba tan caliente, excitada y llena de pasión, sus ojos estaban
en blanco no sentía otra cosa que no fuera el placer que él le estaba
proporcionando.
Sintió como él la
penetraba, a pesar de lo grande que era su polla consiguió que se deslizara
suavemente dentro de ella, grito de placer, ella estaba tumbada y él encima
abrazándola y penetrándola despacio, lentamente, pero proporcionándoles un
placer inmenso, aceleró un poco las embestidas, ella salía a su encuentro, se
movían al compás, cambiaron de postura, él se sentó y ella se puso encima de
él, ahora ella llevaba el control de la profundidad e intensidad mientras él le
chupaba nuevamente sus pechos, tenía devoción por ellos, nadie nunca les había
dedicado tanta atención, con cada penetración ella se llenaba más y más, sus
fluidos salían como un torrente, nunca había disfrutado tanto follando; ella se
giró, él continuaba sentado y la penetraba desde atrás mientras ella se
agarraba al salpicadero y sentía sus embestidas y como sus testículos chochaban
contra su culo, él tenía las manos sobre sus pechos agarrándolos con firmeza;
sus embestidas fuertes, rápidas, ella solo pensaba en el placer que estaba
recibiendo.
Pasaron a la parte de
atrás, él se tumbó sobre la cama, quería dejarle a ella el control de la
situación, quería que disfrutase como nunca, así el placer que sentiría sería
mayor, le gustaba y le motivaba que sus parejas se corrieran varias veces, ella
comenzó a cabalgarle, movía sus caderas en pequeños círculos, estaba
descubriendo un nuevo mundo de placer, quería disfrutarlo al máximo, había
perdido la noción del tiempo, pero llevaba más tiempo follando que todas las
veces que lo había hecho con su novio.
Sabía que era una
exageración pero la rabia y frustración que llevaba tanto tiempo acumulada en
su cuerpo se estaba liberando haciendo que el momento que estaba viviendo fuera
el más placentero de su vida; volvió a sentir que se iba a correr, era como
antes pero el placer era más intenso, se agarró fuertemente a sus hombros y
dejó que el placer la llenara por completo.
Quedo nuevamente laxa,
él aprovecho para darle la vuelta, elevarle las piernas y apoyarlas contra sus
hombros, empezó a penetrarla de una manera rápida y fuerte, su polla se
deslizaba a través de ella como una funda, pararon le dio la vuelta, ella quedo
tumbada boca abajo, él le abrió los
cachetes del culo, paso su polla entre su ano y su coño, puso la punta de su
polla a la entrada de su ano, dio un pequeño empujón pero sin penetrar, ella
levantó la cabeza e iba a lanzar una queja y decirle que por ahí no pero él
ahogó su queja con un beso y desvío la polla hacia su coño penetrándola
nuevamente, la embistió muy suavemente, despacio, sin prisas, ella se corrió de
nuevo, era increíble se había corrido tres veces cuando normalmente correrse
una vez le costaba mucho, él le susurró al oído, lo siento pero no aguanto más
tengo que correrme, ella lo miró sorprendida y le dijo córrete, el sacó la
polla del coño, pasó su mano por el tronco y empezó a correrse encima de su
culo, abriendo de nuevo los cachetes y echando la leche en su ano; cuando
termino él quedó encima de ella cubriéndola con su cuerpo, besándola en el
cuello, acariciando sus pechos…
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Aunque a veces podamos tener la impresión de que en lo relacionado con la aplicación de los códigos QR
al sector turístico ya queda poco espacio para la innovación, todavía
es posible sorprender al turista con nuevos diseños y aplicaciones de
estos códigos.
Es el caso de este original mosaico de adoquines que puede encontrarse en el suelo de la Rua Garrett del popular barrio de Chiado, en Lisboa (Portugal). Mide alrededor de un metro cuadrado y gracias a él, los visitantes sólo tienen que apuntar al suelo con su smartphone y obtendrán en su dispositivo información turística de la zona en inglés y portugués.
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2 comentarios:
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