Don Alonso Andrea de Ledesma
...era un hidalgo de gran valor quien combatió junto a los conquistadores, Don Juan de Carvajal y el Capitán Diego García de Paredes, junto a ellos participo en las fundación del Tocuyo y Trujillo, también fue el primero en entrar a la fortaleza donde Lope de Aguirre resistía y fue uno de sus captores.
Tambien combate al temido Cacique Guaicaipuro en Lagunetas logrando que el Cacique se replegara. Poco después, en 1567 toma armas contra otros indios acaudillados por Guaicaipuro, derrotándolos en la batalla de San Pedro. Ese mismo año participa en la fundación de Caracas, ciudad de la que fue su primer alcalde y corregidor, haciendo su residencia en el pueblo de Baruta. Y así sigue combatiendo y participando en varias batallas hasta que en mayo de 1595 el pirata Ingles Amias Preston con seis barcos artillados toma por asalto el puerto de Guaicamacuto, localizado a media legua de la Guaira.
Preston fue conducido por caminos secretos hacia Caracas a través del cerro el Avila por un traidor que luego recibió como pago ser degollado por los propios piratas, llegaron entonces los piratas hasta Santiago de León de Caracas, y los habitantes de la ciudad salieron despavoridos, huyendo de los piratas, solo un anciano tomo las armas, con armadura vieja en su caballo con su lanza y valor se lanzo sobre los piratas, ese anciano era Don Alonso Andrea de Ledesma.
Admirado de ver que el enemigo se limitaba a una sola persona, el pirata Preston da la orden de capturarlo vivo. Sin embargo, este caballero solitario comienza a causar tantas bajas entre los piratas, que Preston se ve en la necesidad de ordenar que le disparen. Suenan los arcabuces y el caballero cae a tierra muerto. Al sacarle la armadura Preston se da cuenta de que el intrépido y feroz jinete es un anciano alto, delgado de barba ya blanca. En homenaje a quien salió solo a defender la ciudad, limpian el cadáver, lo ponen sobre un escudo, lo cubren con una capa y disparan sus armas al aire.
Don Juan Vicente González, en un artículo publicado en 1846 de titulo “Caracas” menciona el suceso de esta manera:
“Apenas el anciano Alonso de Ledesma salió solo, tembloroso por la edad, pero valiente, en su caballo, acusando así a la juventud que debiera, por lo menos, acompañarle.”
Esta historia del notable hidalgo pudo haber sido la inspiración de Miguel de Cervantes Saavedra para su gran obra Don Quijote de la Mancha, es justo aclarar que no existen datos precisos que indiquen la ciudad exacta donde se escribió la obra, aunque algunos aseguran que fue en Sevilla, por lo que se puede inferir que por ser el puerto de entrada al comercio americano de la época, Cervantes pudiera haber escuchado esta historia de algún marinero que la escucho a su vez en tierras americanas.
Esta obra tiene dos partes: la primera se publica en el año 1605, diez años después de lo ocurrido en Caracas con Ledesma, y la segunda en el 1615. En 1614 había aparecido una segunda parte falsa firmada por Avellaneda, lo que hizo que Cervantes se apresurara a terminar su segunda parte.
El autor escribió esta obra para combatir al auge de las disparatados libros de caballerías, como él mismo dice en el prólogo: "...no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías...".Para llevar a cabo esta idea, Cervantes escribe otro libro de caballerías.
Don Quijote intenta ser un caballero andante como los que aparecen en los libros. Sirviéndose de él para parodiar los libros de caballerías del mismo modo que un cómico, al intentar poner en ridículo a un personaje, le imita y exagera sus rasgos. Pero que en realidad dicho personaje existió en la sociedad caraqueña del siglo XVI además de esta intención burlesca, en la obra hay un valioso reflejo de la sociedad: la lucha del idealismo, encarnado en Don Quijote, y el realismo, representado en su escudero Sancho Panza. que llevado a la realidad caraqueña era la lucha del idealismo de Andrea de Ledesma, y el realismo que se vivía en esa época de los piratas ingleses incursores tierra adentro.
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— Abogado del Diablo (@Jaimegmar)
Tras participar en la Batalla de Lepanto, cuando volvía a España con una
carta de recomendación del mismísimo Juan de Austria, Miguel de Cervantes fue capturado por los corsarios berberiscos y llevado hasta
Argel. Durante su cautiverio Cervantes protagonizó alucinantes intentos
de fuga, en ocasiones con “comandos” incluidos o travesías por el
desierto. Lo único que le faltó a Cervantes para ser como Steve McQueen
en “La Gran Evasión” fue una pelota de béisbol con la que jugar después
de que los turcos truncaran sus reiterados intentos de fuga. Además de
contarnos estas historias, Vicente Sánchez Moltó despejará las dudas de
si Miguel de Cervantes llegó a conocer “tan en profundidad” a los turcos
como lo hizo Lawrence de Arabia siglos más tarde. La historia del
cautiverio de Cervantes y sus fugas es una aventura que no te puedes
perder.
En la negociación para su inminente liberación, un dominico, Juan Blanco de Paz, enemigo acérrimo de Cervantes; inició una
violenta campaña de difamación en su contra. Era una acusación sobre
"cosas viciosas y feas, y demasiada cercanía a los musulmanes". La
amenaza era grave, porque se suponía que Blanco de Paz era comisario de
la Inquisición y la inculpación de "cosas viciosas" podía implicar la
sodomía, costumbre natural en Argel. Los frailes trinitarios requirieron
una rápida información sobre la vida en cautiverio del acusado, sus
ideas, prácticas cristianas, conducta moral, costumbres, intimidad,
etcétera. Se hizo un juicio. Doce testigos de alta reputación elogiaron
su ortodoxia cristiana, su fervor, su respeto a los compañeros, y lo
consideraron como un individuo "casto y recogido".
En la parte final de Persiles y Segismunda, ya casi antes de morir, Cervantes crea un par de estudiantes vagabundos, dos falsos cautivos que abusan a los campesinos de un pueblo castellano con el relato de sus desgracias entre los moros. El alcalde, un auténtico liberado de Argel, oye sus mentiras y les proporciona algunos detalles verídicos para permitirles engañar mejor a la gente en el futuro. "Esta ironía final, escribe Jean Canavaggio, nos muestra hasta qué punto Cervantes, en el crepúsculo de sus días, ha despertado de sus sueños de antaño. Pero de lo que no renegará nunca es de la lección que sacó de su experiencia argelina. No sólo le abrió horizontes nuevos; le ayudó con el contacto de la adversidad a revelarse a los demás, tanto como a sí mismo. Por ese motivo fue el crisol en que, después de Lepanto, se forjó su destino personal".
Quizás, "Belerma", figura femenina del romancero carolingio que lleva un turbante al modo turquesco en el sueño/pesadilla de Don Quijote en la cueva de Montesinos oculta a la protectora de Cervantes desdoblada en la figura del rey de Argel, el sodomita Hasán Bajá Veneciano.
Por eso mismo, el autor del Quijote le recuerda al lector treinta veces en ese libro que la historia que lee es una obra escrita por un árabe, el enigmático Cide Hamete Benengeli.
En la parte final de Persiles y Segismunda, ya casi antes de morir, Cervantes crea un par de estudiantes vagabundos, dos falsos cautivos que abusan a los campesinos de un pueblo castellano con el relato de sus desgracias entre los moros. El alcalde, un auténtico liberado de Argel, oye sus mentiras y les proporciona algunos detalles verídicos para permitirles engañar mejor a la gente en el futuro. "Esta ironía final, escribe Jean Canavaggio, nos muestra hasta qué punto Cervantes, en el crepúsculo de sus días, ha despertado de sus sueños de antaño. Pero de lo que no renegará nunca es de la lección que sacó de su experiencia argelina. No sólo le abrió horizontes nuevos; le ayudó con el contacto de la adversidad a revelarse a los demás, tanto como a sí mismo. Por ese motivo fue el crisol en que, después de Lepanto, se forjó su destino personal".
Quizás, "Belerma", figura femenina del romancero carolingio que lleva un turbante al modo turquesco en el sueño/pesadilla de Don Quijote en la cueva de Montesinos oculta a la protectora de Cervantes desdoblada en la figura del rey de Argel, el sodomita Hasán Bajá Veneciano.
Por eso mismo, el autor del Quijote le recuerda al lector treinta veces en ese libro que la historia que lee es una obra escrita por un árabe, el enigmático Cide Hamete Benengeli.
Poca gente lo ha sabido. Muy poca gente lo ha
dicho. Pero es perfectamente posible que Don Quijote no haya nacido en
ningún lugar de La Mancha, sino en Ledesma (Salamanca) y de allí emigrara a Venezuela donde se convirtió en cofundador de León de Caracas, una
villa ubicada en el norte de la América del sur.
Don
Juan Vicente González, en un artículo publicado en 1846 de titulo “Caracas”
menciona el suceso de esta manera:
“Apenas el anciano Alonso de Ledesma salió solo, tembloroso por
la edad, pero valiente, en su caballo, acusando así a la juventud que debiera,
por lo menos, acompañarle.”
Esta
historia del notable hidalgo pudo haber sido la inspiración de Miguel de
Cervantes Saavedra para su gran obra Don Quijote de la Mancha, es justo aclarar
que no existen datos precisos que indiquen la ciudad exacta donde se escribió
la obra, aunque algunos aseguran que fue en Sevilla, por lo que se puede
inferir que por ser el puerto de entrada al comercio americano de la época, Cervantes
pudiera haber escuchado esta historia de algún marinero que la escucho a su vez en tierras americanas.
"Que sabe este testigo y
vido cómo el dicho capitán, como tal y siendo, como era, tan gran
señor, le embistió al enemigo inglés a caballo, con su lanza y adarga, y
andando gran rato escaramuzando entre ellos como tan valiente soldado y
servidor de Su Majestad, le dieron un balazo que lo mataron, y cayó
muerto de su caballo...”
Gaspar de Silva
En
mayo de 1595 piratas ingleses llegaron hasta Santiago de León de
Caracas, conducido por caminos secretos gracias a un traidor, que luego
recibió como pago ser degollado por los propios piratas, los habitantes
de la ciudad salieron despavoridos, huyendo de los piratas… solo un
anciano tomo las armas, con armadura vieja en su caballo con su lanza y
valor se lanzo sobre los piratas, ese anciano era Don Alonso Andrea de
Ledesma, quien combatió junto a los conquistadores Don Juan de Carvajal y el Capitán Diego García de
Paredes, junto a ellos participo en las fundación del Tocuyo y
Trujillo, también fue el primero en entrar a la fortaleza donde Lope de
Aguirre resistía y fue uno de sus captores, Don Alonso era un Caballero,
un hidalgo de gran Valor.
Combate
al temido Cacique Guaicaipuro en Lagunetas logrando que el indio se
replegara. Poco después, en 1567 toma armas contra otros indios
acaudillados por Guaicaipuro, derrotándolos en la batalla de San Pedro.
Ese mismo año participa en la fundación de Caracas, ciudad de la que fue
su primer alcalde y corregidor, haciendo su residencia en el pueblo de
Baruta. Y así sigue combatiendo y participando en varias batallas hasta
que en 1595 en mayo de ese año el pirata Amyas Preston, con seis barcos
artillados toma por asalto el puerto de Guaicamacuto, localizado a media
legua de la Guaira.
Admirados
de ver que el enemigo se limitaba a una sola persona, el pirata Preston
da la orden de capturarlo vivo. Sin embargo, este caballero solitario
comienza a causar tantas bajas entre los piratas, que Preston se ve en
la necesidad de ordenar que le disparen. Suenan los arcabuces y el
caballero cae a tierra muerto. Al sacarle la armadura Preston se da
cuenta de que el intrépido y feroz jinete es un anciano alto, delgado de
barba ya blanca. En homenaje a quien salió solo a defender la ciudad,
limpian el cadáver, lo ponen sobre un escudo, lo cubren con una capa y
disparan sus armas al aire.
Don Juan Vicente González, en un artículo publicado en 1846 de titulo “Caracas” menciona el suceso de esta manera: “Apenas
el anciano Alonso de Ledesma salio solo, tembloroso por la edad, pero
valiente, en su caballo, acusando así a la juventud que debiera, por lo
menos, acompañarle.” Esto en referencia a las nuevas hordas que
estaban atacando la ciudad, los nuevos piratas que pretendían saquearla y
tomarla por asalto para sus fines personales, diciéndonos que el camino
a seguir cuando nuestra tierra corre peligro no es el de huir
cobardemente, si no el de hacer como el primer defensor de Caracas hizo,
sin importar si se esta solo hay que hacer frente a los criminales.
Mario Briceño Iragorry en su ensayo El Caballo de Ledesma, nos dice: “Y
el viejo corcel de Ledesma reaparece hoy sobre la faz de nuestra
historia con su ímpetu de mantenido frescor.
Y
esto hoy mas que nunca parece estar vigente, muchos adoptan frente a la
desgracia que esta sobre la patria una postura parecida a los
habitantes que huían de Santiago de León de Caracas con todas las
pertenencias que podían cargar frente a los ataques piratas, pero otros
prefieren adoptar la postura del Hidalgo y enfrentarlos sin importar las
desventajas.
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