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17/4/22

perdiendo el juicio por Lesmes 💬 #windtalkers

RENOVARSE O MORIR (un mensaje de Robi Chiodo)
En cierto modo es fácil entender que no quieran perder sus privilegios, en realidad nadie queremos y cuando esa pérdida depende de la decisión de uno mismo imagínense las excusas que uno debe buscar para no caer en la tentación de lo obvio. Uno de los enfoques más escuchados es que los políticos son tontos o estúpidos, pero sinceramente y sin decir que son los más listos de la clase, creo que sobre todo se caracterizan por su egoísmo. Este rasgo del carácter es para muchos consustancial al ser humano, pero la tarea civilizadora trabaja en la tendencia de la solidaridad o cuando menos de la convivencia pacífica, y para lograrla debemos dejar nuestra tendencia egoísta un tanto apartada.
A estas alturas de una crisis tras otra que vivimos parece que la clase política no sabe cómo reaccionar ante la catástrofe social que está generando su forma de comportarse.
En la sociedad actual la moral mayoritaria respecto al poder es la de exigencia en las cuestiones que tienen que ver con la honradez y la honestidad, pedimos a nuestros cargos públicos que sean transparentes y no cometan actos de corrupción precisamente por el puesto que ocupan, pero nuestro nivel de exigencia con otras personas que también cometen delitos contra la hacienda pública es por norma general bastante más bajo (salvo los muy ricos). Es decir que muchos ciudadanos se mueven en el terreno de la doble moral del mismo modo que lo hacen los gobernantes. Nuestro egoísmo también afecta a la sociedad, por supuesto que en menor medida, pero nos enfrentamos a una doble cuestión que por un lado es "tu primero", y por otro a saber si la culpa es de la sociedad ya que los políticos salen de ella, o si los ciudadanos sólo imitan el comportamiento de las élites políticas. Lo que sí es claro es que sin los datos en la mano, dudo que alguien los conozca, la respuesta parece imposible. Parece claro que la forma de solucionarlo debe empezar por aquellos que tienen mayor visibilidad y que se encargan de dirigir los designios de la sociedad. En la clase política el refrán " allá donde fueres, haz lo que vieres" tiene una fuerza descomunal, ya que si uno quiere llegar a los puestos de dirección no puede ir en contra de lo que se está haciendo, o no al menos en la estructura de los partidos tradicionales. Por tanto, sumarse a los actos delincuentes es mucho más fácil y obvio que luchar contra ellos, ya que la lógica indica que nunca ascenderás si ese es tu camino. De ahí que la idea más lógica sea la de pensar en una nueva estructura de partidos con un carácter diferente y una nueva forma de entender el ejercicio del gobierno. 
Otra opción sería la refundación de los actuales con una nueva visión, pero creo que su postura cerrada ante el clamor ciudadano que también se está atrincherando en su postura de reivindicar un cambio profundo de las instituciones parece muy difícil de cambiar. Por otro lado tenemos la cuestión formativa y aquí el nivel de exigencia para ser político y realizar tareas de gobierno es mucho más bajo, basta con ganar en las urnas para ocupar un cargo de poder, y eso es un error, o acaso ¿se imaginan que fuera así para el resto de oficios? Si queremos hacer bien las cosas debemos empezar por la competencia de las autoridades y exigir que quien ocupe un puesto de ministro de medio ambiente tenga una formación acorde al puesto que va a desempeñar, eso mismo para los diferentes niveles de la administración que en la actualidad no se cumplen y vemos a consejeros territoriales, alcaldes, directores generales y otros cargos con nulos conocimientos sobre la tarea que deben desempeñar. 
Esto que puede sonar al fin de la democracia ya que no todos pueden ser elegidos, responde a una cuestión de responsabilidad y de eficacia en un momento en el que ambos aspectos están devaluados o, como sucedió hace unas semanas ¿Les parece normal que un Conseller se defienda con el argumento de que no sabe enviar un e-mail? Supongo que era mentira, pero el simple hecho de plantearlo hace ver que semejante personaje no debería ocupar un puesto de ese calibre en la administración pública 
Un nivel formativo mayor no nos lleva directamente a una ética de la honradez pero sí trabaja en una ética de la responsabilidad, y si la vida cotidiana de los ciudadanos depende de las legislaciones de los gobernantes, yo personalmente quiero que estos tengan la capacidad suficiente para hacerlo con criterio. Después lo legislado podrá gustar más o menos, pero eso es la democracia, un sistema de convivencia en el que mucha gente diferente con ideas distintas debe convivir en busca de la prosperidad y en un ambiente lo más pacífico posible.

Quienes conocen a Lesmes le sitúan como un juez conservador y persona muy religiosa, y con un talante sereno y dialogante. Está casado con una enfermera y tiene cinco hijos. Lesmes ha llegado a ironizar: “En este país, si tienes convicciones religiosas, te encasillan como conservador... y si encima tienes 5 hijos… ya tienes que ser del Opus..”. Sostiene que ser conservador significa “apostar, por ejemplo, por la necesidad de que exista un Estado protector y fuerte frente al neoliberalismo, que es muy bonito para los triunfadores”. Hace años dejó la presidencia de la Sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional y fue nombrado magistrado del Supremo. Es muy aficionado a los deportes de bicicleta y al pádel.
Hace dos meses, defendió el polémico indulto a un conductor kamikaze propuesto por el ministro Ruiz-Gallardón y, con anterioridad, la ilegalización de Sortu que el Tribunal Constitucional luego tumbó. Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid y superó tres oposiciones: para fiscal y juez en 1984 y para magistrado especialista de lo Contencioso, en 1993. Hasta ese año ejerció como fiscal y entonces se incorporó a la judicatura. Cinco años después fue nombrado magistrado de la Sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional. Durante el Gobierno de José María Aznar, ocupó el cargo de director general en Justicia.
La elección de Carlos Lesmes como primera autoridad judicial del Estado fue el resultado de un pacto entre el PP y el PSOE. Los socialistas temieron que el PP (que tras el escándalo de los viajes del expresidente Carlos Dívar decidió acometer un profundo cambio en el funcionamiento y elección del Poder Judicial) activara una norma de la nueva ley e impusiera su mayoría en el Consejo sin necesidad de pactar nada con ellos. Y, ante ese miedo, optaron por pactar las 20 vocalías, y se conformaron con proponer a siete vocales y dejar que el PP propusiera a diez (mayoría dentro del Consejo); uno IU, y dos los nacionalistas de CiU y PNV. Todo ello de acuerdo con la cuota de poder electoral que estos partidos tienen en ambas Cámaras legislativas. En ese pacto entraba que los consejeros tendrían que votar a Lesmes presidente.
El acuerdo incluía que el nuevo presidente fuera elegido con una mayoría holgada pero no total, como ha sucedido. Ni el PP ni el PSOE querían que ocurriese con este Consejo lo que sucedió con el anterior, cuando el nombre del presidente (Dívar) fue anunciado desde La Moncloa en la época de José Luis Rodríguez Zapatero, cuatro días antes de que los vocales, que son los que por ley tienen esa facultad, le eligieran.
Cuando Lesmes —que tras saber que había sido elegido se trasladó a la sede del Consejo para agradecer su designación a los vocales— proponga el nombre del vicepresidente/a, los consejeros tendrán una semana para volver a reunirse y decidir si lo ratifican. Luego tendrán que elegir a los componentes de la comisión permanente, que será el órgano nuclear de este nuevo Consejo. Sus cinco miembros, presididos por Lesmes, serán los únicos con dedicación exclusiva (antes de la nueva ley tenían plena dedicación los 20). Los otros compaginarán las actividades de sus juzgados o tribunales con el Consejo y la asistencia a plenos. Aunque es previsible (antes los 21 vocales tenían dedicación exclusiva) que ellos mismos se autoliberen de parte de la carga de sus juzgados. Estos tendrán sus sueldos habituales, y cobrarán dietas por asistencia a plenos y comisiones.

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