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29/11/17

PEEP SHOW EN SAELICES


DESDE SAELICES (CUENCA) CON AMOR
Soy un ansias. No soy nada consumista, si exceptuamos libros, viajes, y alcohol, pero cuando algo se me mete entre ceja y ceja, todo el consumismo acumulado sale de golpe y empieza el ansia por conseguir lo deseado. Como aquella vez que me cabreé con mi portátil porque su puto Windows se colgaba una y otra vez y al día siguiente ya tenía un MacBook en mi escritorio y mil y pico euros menos en mi cuenta corriente. O aquella otra vez que me harté de ir a trabajar en coche y de chuparme las colas de la mañana y en un mes me había sacado el carnet de moto y adquirido una flamante Yamaha SR Special súper fardona. Con el tiempo me cansé también de la moto y de chuparme las colas de la mañana, la vendí junto con el coche y me compré un abono del metro. O cuando me encapriché de Magritte y como no me podía permitir comprar un Magritte me compré un libro sobre Magritte, el mejor que pude encontrar en frenética busca por la red. Cuando apretaba el botón de “comprar” eran las cuatro de la mañana.

Esta vez el tema va de libros y el detonante fue el día que tuve que acarrear con mi mochila más de quince minutos seguidos. Me cagué en las muelas de los cinco libros que llevaba en ella y en el peso extra que suponían. ¿Y por qué coño te llevas cinco libros a un viaje de un año (o dos) con lo que pesan, pringao? La cuestión es que me llevé cinco y conforme los voy acabando los voy intercambiando en librerías de segunda mano, no sea que un día me quede varado en medio del desierto y me vaya a quedar sin lectura; así que siempre llevo cinco. Pues eso, que maldije a los libros y a sus gramos de más y se me antojó un lector de libros electrónicos de esos tan chulos en los que llevas mil y pesa siempre lo mismo. Así que manos a la obra, busqué por Internet, consulté a un experto en el tema, y el mismo día de la pataleta ya había comprado un flamante booq con su fundita y todo. Un pequeño inconveniente. El booq lo hice enviar al casa de mi padre, en Barcelona, y yo me encuentro en Ecuador. Minucias. Nada que mi ansia no pueda resolver. Venga papa, anímate que tengo ganas de verte, vente a Quito, una semanita aunque sea.
El próximo martes mi booq estará volando hacia mí acompañado, eso sí, por mi padre, aunque lo de mi padre sea lo de menos.

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